La Organización Mundial de la Salud (2004) considera el cuidado de un enfermo crónico, como factor de riesgo para el desarrollo de trastornos mentales; dentro de los cuales, se observa un predominio de las alteraciones del estado de ánimo, específicamente, de depresión (Vázquez, Torres, Otero, Hermida y Blanco, 2012). Estudios longitudinales muestran que a medida que aumenta el nivel de sobrecarga en cuidadores, aparecen síntomas depresivos, por lo tanto, se puede afirmar que la sobrecarga, entre otros, es un factor predictor del surgimiento o agravamiento de los síntomas depresivos del cuidador (Li, 2005; Sherwood, Given, Given y von Eye 2005). En esposas cuidadoras, se observó la persistencia de estados depresivos, aún después de la internación del familiar enfermo e incluso posteriormente a su fallecimiento (Schulz, Belle, Czaja, McGinnis, Stevens y Zhang, 2004). Esto puede deberse a que, además del proceso de duelo, las esposas deben afrontar la pérdida del rol como cuidadoras (Tartaglini, Ofman y Stefani, 2010).
Se realizo una investigacion en noviembre del 2012 a cargo de Florencia Tartaglini y Dorina Stefani, en adultos mayores y como afecta el rol de cuidador en ellos.
Las conclusiones obtenidas fueron:
En forma paralela al aumento de la población de adultos mayores, se observa el incremento de enfermedades neurodegenerativas. Este incremento modifica el nivel y el tipo de demanda de cuidadores informales que asistan a dichos pacientes. Esta situación, junto a la inversión de la pirámide poblacional, conlleva a que, probablemente, un número mayor de adultos mayores cuenten con pocos miembros jóvenes, en su red social, que los asistan. Por consiguiente, se estima que ellos mismos se transformarán en cuidadores informales de pacientes crónicos de su misma cohorte.
En relación al rol de cuidador y la edad, se observa que los cuidadores adultos mayores presentan una menor resistencia física a dichas tareas pero cuentan con mayor experiencia como proveedores de cuidado, en comparación a cuidadores jóvenes. Con respecto al género, se señala que tanto en hombres y mujeres cuidadoras, el estrés de la situación de cuidado aumenta las probabilidades de padecer mayores problemas de salud.
La manifestación de las repercusiones del cuidado ha sido conceptualizada como “Sentimiento de Sobrecarga”, considerándolo una manifestación del estrés psicológico y social generado por la situación de cuidado. Se ha conformado un nuevo modelo teórico que relaciona los factores estresantes del cuidado, los recursos y vulnerabilidades del cuidador y, finalmente, los factores moderadores que podrían morigerar dicho impacto. El modo en que un cuidador afronte la situación de cuidado determinará el surgimiento o no de trastornos psicológicos y el tipo de hábitos de salud. Estudios empíricos sobre cuidadores familiares de enfermos crónicos, hallaron asociaciones entre el estrés y el descenso del sistema inmune, la presencia de distintas enfermedades y/o agravamiento patologías existentes y el aumento de la tasa de mortalidad.
En la actualidad, surge el estudio del impacto de las emociones sobre el bienestar psicológico de los individuos, como así también por la relación entre las emociones y diversos sistemas fisiológicos que participan del proceso salud-enfermedad. Al analizar la relación entre las emociones negativas y la salud, se observó en cuidadores informales de enfermos crónicos, que estados de depresión, ansiedad e ira se relacionaron con la irrupción de trastornos psicofisiológicos.
En la actualidad, se acuerda en señalar a la depresión como un problema mayor de la salud pública, y un importante predictor de discapacidad funcional y mortalidad. Asimismo, el ejercicio del rol de cuidador aumenta la probabilidad de recurrencia de episodios depresivos y condiciona la evolución de otras enfermedades. A lo que se agrega su interferencia en los procesos de rehabilitación, pudiendo causar deterioro funcional, mental y social. Se eleva la probabilidad del riesgo de muerte, no solo por el incremento de los suicidios, sino por la alteración de sistema inmune y por el aumento de los trastornos psicofisiológicos.
Con respecto a la relación entre depresión y alexitimia, existen diferentes posturas, aunque todas acuerdan en señalar la cercanía de ambos conceptos. Se describe a la alexitimia como un constructo multidimensional que responde a estresores situacionales, y que se manifiesta como la dificultad para identificar y describir sentimientos, y distinguir sentimientos de sensaciones corporales, propias de la activación emocional.
Estudios realizados en población cuidadora informal, señalaron que bajos niveles de alexitimia se correlacionaron con menores niveles de depresión.
Por último, se advierte que el envejecimiento demográfico de América Latina es un hecho inexorable. Frente a esta situación, es prioritario el diseño de políticas públicas de salud que se focalicen en la prevención e implementación de mecanismos de apoyo a los cuidadores familiares (CE.LA.DE., 2005). Esto se debe a que los adultos mayores cuidadores, en su mayoría, son pacientes subdiagnosticados, que generalmente postergan su atención hasta el fallecimiento del familiar enfermo (Aramburu, Izquierdo y Romo, 2001). Se considera negligente que los sistemas de salud actúen, solamente, cuando el cuidador lo solicita (Navarro Llanio y Gonzalez Perdomo, 2003). Diferentes estudios describen las consecuencias del cuidado de enfermos crónicos, sobre la salud bio-psico-social de sus cuidadores; por lo tanto, se recomienda ahondar, específicamente, en el estudio de adultos mayores que cumplen con este rol.
Para mas informacion de la investigacion realizada:
Boletín de Psicología, No. 106, Noviembre 2012
TRASTORNOS PSICOFISIOLÓGICOS EN ADULTOS MAYORES
CUIDADORES FAMILIARES DE ENFERMOS CRÓNICOS
Una revisión
M.F. Tartaglini y D. Stefani
Boletín de Psicología, No. 106, Noviembre 2012