Hablar de inseguridad urbana refiere un problema que tiene altos costos en el
orden humano, político y económico, y que cuestiona la capacidad del gobierno y
de los organismos de control en cuanto a su eficacia en la preservación de los
derechos humanos. De tal manera, este fenómeno tiene una doble incidencia: en lo
individual por el grado en que afecta la calidad de vida y en lo colectivo en
cuanto influye en los procesos de desarrollo comunitario por el impacto político
y económico que produce.
El CIU (Vuanello, 2008) representa una herramienta adecuada para poder conocer y/o prevenir las
consecuencias del estrés que puede suscitar la violencia, al posibilitar la
intervención psicológica sobre el impacto producido por la experiencia directa o
la amenaza de la criminalidad.
El tema del estrés cobró
interés a partir de los primeros estudios de Selye, quien desde que publicó su
artículo sobre el Síndrome General de Adaptación en la revista británica
Nature en 1936 plantea que incluso en la prehistoria se podrían encontrar
elementos del esfuerzo y el agotamiento propios de las condiciones duras de
vida, presentando sus investigaciones posteriores en su obra Stress of
life (1956).
Pero sólo en el último siglo se conceptualiza y sistematiza
el estrés en las disciplinas sociales y médicas, investigando su papel como
factor etiológico en el desarrollo de conductas somáticas y psicológicas.
Si
el estrés se conceptualiza en términos de percepción de amenaza y se expresa
biológicamente a través de un estado general de activación, es evidente que se
plantea el problema de su definición como factor de riesgo de enfermedad.
En
líneas generales puede plantearse que los modelos psicológicos más actuales
conceptualizan el estrés destacando que:
a.- es un modelo de
interacción persona-ambiente, b.- tiene un carácter dinámico,
c.- existen
variables mediadoras entre estímulo y respuesta en las cuales se ubican las
estrategias de afrontamiento, evaluaciones cognitivas, problemas de comunicación
interpersonal, controlabilidad, etc., d.- las emociones intervienen en el proceso
de estrés, especialmente la depresión y ansiedad y e.- se buscan procedimientos de
intervención para su reducción.
Está comprobado que las
condiciones ambientales representan estrés para todos y depende, en parte de
cómo se interprete la situación (Kessler, Price & Wortman, 1985).
Al
analizar las influencias del entorno en cuanto evocadoras de la respuesta
estresante, la variabilidad se presenta ante las situaciones cotidianas y es
cuando surgen los estresantes vitales más regulares que podrán elicitar tales
reacciones en las personas.
El CIU es un cuestionario con
formato S-R, es decir que incluye tanto situaciones como respuestas. La tarea de
la persona que responde consiste en evaluar la frecuencia con que en ella se
manifiesta una serie de respuestas o conductas asociadas a la inseguridad ante
diferentes situaciones. Recoge respuestas o reacciones pertenecientes a los
sistemas: afectivo, cognitivo, fisiológico y conductual, por lo que se puede
obtener una puntuación para cada uno de ellos. La obtención de estas
puntuaciones por sistemas diferenciados permite la evaluación parcial de
aquellos espacios de mayor debilidad que pueden presentar las personas en su
afrontamiento a los estresores cotidianos a los que están expuestos, facilitando
la planificación terapéutica hacia los constituyentes de cada sistema o bien de
su totalidad, si resulta necesario.
Este instrumento ha sido diseñado en
base a una versión del Inventario de Situaciones y Respuestas de Ansiedad (ISRA)
de Miguel Tobal y Cano Vindel (1997).
Fuente: Interdisciplinaria versión On-line ISSN 1668-7027 v.23 n.1 Buenos Aires ene./jul. 2006
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